De abandonos y olvidos

(Música incidental, arreglos, argumento y recopilación de Alberto Alonso)
Claramente no es una obra de teatro convencional en la que la música funciona simplemente como medio: acción teatral y música se fusionan generando un nuevo concepto de hecho artístico. En este espectáculo la música es la guía de todo lo que ocurre. Por largo tiempo la sala se encuentra a oscuras y el auditorio escucha música. Música que a veces precede y otras procede a la acción. Durante este tiempo de oscuridad en algunas fragmentos de la obra aparecen imágenes como flashes que ese mantienen presentes por breves instantes y luego vuelve a la oscuridad. Estas imágenes con un contenido simbólico, en general no explícito, pretenden detonar en el espectador pensamientos acordes a lo que se presenta y a lo que la música pudiera sugerir. La música se escucha proyectada desde diferentes lugares de la sala (fuentes sonoras en los extremos) y el sonido se mueve en todas direcciones. Existe un coro en escena. Las voces, diseminadas por diferentes espacios de la sala proyectan su canto en movimiento generando una "multi-fuente" sonora.
Público, actores y cantantes se encuentran en un mismo espacio: acortándose de esta manera la distancia entre ficción y realidad.
El hilo temporal en el discurso de la obra está alterado. La lógica se logra a través de ala asociación de temas como: la traición, el olvido, el engaño y la injusticia que son las ideas vectoras.
La ambigüedad del planteo permite diferentes interpretaciones de lo expuesto. En general no se trata de una interpretación libre, ya que hay elementos que acercan ideas aproximadas que permiten a público interpretar dentro de ciertos parámetros.

Fragmento del libro
"Estética de la ambigüedad. La multimedia como instrumento del discurso -para músicos- (2006)"
De Alberto Alonso

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